domingo, 14 de agosto de 2011

Tempranillos argentinos I: El Marqués de Griñon, el INTA y la tempranillo


La tempranillo, llamada así porque madura tempranamente, tuvo, durante mucho tiempo, un lugar secundario en nuestra vitivinicultura. Se la utilizó mayormente para la elaboración de vinos de mesa.

  Hoy ocupa un lugar destacado entre las cepas de calidad, pero no crean que desde hace mucho tiempo. Fue en la década del 90 que el marqués de Griñón quiso exportarla desde Mendoza y se encontró con un obstáculo: El INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) no la consideraba variedad fina.

  Fue entonces, gracias al trabajo y tesón del marqués y, también de la familia Zuccardi que esta noble cepa, que produce vinos de excelentes taninos, con buen cuerpo y capaces de guarda prolongada, fue rescatada de su limitado destino y convertida en una variedad más que interesante.

  Recordemos que esta cepa en España, su tierra madre, es la cepa por excelencia: está presente en casi todas las DO y ocupa un lugar destacado en las regiones de La Rioja y Ribera del Duero.

  Aunque sus vinos pueden consumirse jóvenes, con todo el sabor de la fruta y fáciles de beber,  los más buscados son aquellos que han sido añejados por un tiempo considerable: robustos y complejos. El aporte de la madera redondea sus taninos y les otorga una boca aterciopelada.



Variedad de estilos: jóvenes y ligeros; de guarda y corpulentos. Una cepa maleable que promete ser internacional.


                                                           

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