domingo, 10 de enero de 2021

Los blancos de Lanzarote





Lanzarote, la isla más septentrional de las Canarias, goza de un clima subtropical seco. Su temperatura media en invierno de 18° y en verano de 23°, nos permite hacernos una idea de la especial característica de su vitivinicultura. 



Las vides se plantan hasta a 10 metros de profundidad  para sortear las arenas volcánicas.

Con vinos premiados internacionalmente y con denominación propia (DO), fue la perseverancia y el esmero del ser humano y la humedad del Atlántico (gracias a los vientos alisios) lo que permitió a esta paradisíaca isla cultivar casi 2000 hectáreas de vid. Entre sus cepas se destaca la malvasía volcánica: muy aromática, de acidez pronunciada y una estructura que le permite producir vinos de guarda.

Malvasía volcánica brinda vinos blancos frescos y minerales con particulares perfumes a limón y frutas tropicales, de colores sutilmente dorados. 

Además de esta particular variedad, la listán blanca y negra, la moscatel de Alejandría y la diego  producen vinos secos, semisecos y dulces. 

 Un atractivo de la producción vitivinícola de Lanzarote lo constituye su particular modo de cultivo: se cavan hoyos de gran profundidad para llegar a la tierra, que permiten crecer y desarrollar a la vid a la vez que se construyen muros de piedras para protegerla de los vientos.



En la montaña Juan Bello cosechando la uva diego, la más tardía en madurar


 Los vinos de Lanzarote se elaboran tempranamente porque la calidez del clima y el fuerte sol aceleran la maduración de las cepas y ya en julio se procede a las cosecha.

Blancos frescos, minerales, con buena acidez.




Los rosados también tienen su producción y acompañan muy bien toda la gastronomía.
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Los tintos no se quedan atrás. La listán negra produce unos  riquísimos para saborear con cabrito frito o algún guiso cuando cae el sol.