Lanzarote, la isla más septentrional de las Canarias, goza de un clima subtropical seco. Su temperatura media en invierno de 18° y en verano de 23°, nos permite hacernos una idea de la especial característica de su vitivinicultura.
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Las vides se plantan hasta a 10 metros de profundidad para sortear las arenas volcánicas. |
Con vinos premiados internacionalmente y con denominación propia (DO), fue la perseverancia y el esmero del ser humano y la humedad del Atlántico (gracias a los vientos alisios) lo que permitió a esta paradisíaca isla cultivar casi 2000 hectáreas de vid. Entre sus cepas se destaca la malvasía volcánica: muy aromática, de acidez pronunciada y una estructura que le permite producir vinos de guarda.
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Malvasía volcánica brinda vinos blancos frescos y minerales con particulares perfumes a limón y frutas tropicales, de colores sutilmente dorados. |
Además de esta particular variedad, la listán blanca y negra, la moscatel de Alejandría y la diego producen vinos secos, semisecos y dulces.
Un atractivo de la producción vitivinícola de Lanzarote lo constituye su particular modo de cultivo: se cavan hoyos de gran profundidad para llegar a la tierra, que permiten crecer y desarrollar a la vid a la vez que se construyen muros de piedras para protegerla de los vientos.
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En la montaña Juan Bello cosechando la uva diego, la más tardía en madurar |
Los vinos de Lanzarote se elaboran tempranamente porque la calidez del clima y el fuerte sol aceleran la maduración de las cepas y ya en julio se procede a las cosecha.
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Blancos frescos, minerales, con buena acidez. |
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Los rosados también tienen su producción y acompañan muy bien toda la gastronomía. |
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Los tintos no se quedan atrás. La listán negra produce unos riquísimos para saborear con cabrito frito o algún guiso cuando cae el sol. |