Fue un encuentro íntimo, sin estridencias, donde los invitados pudieron acceder a otra faceta del reconocido poeta del vino. Se mostraron algunas de sus producciones visuales: dibujos donde no falta el humor ni el vino. Algunos dedicados a la Bodega y a su presidente don Carlos Alberto López.
Y, por supuesto, no faltó el vino: La estrella fue el corte ideado por Miguel Brascó, que compone la línea de los especiales de Bodegas López. Su nombre 279 alude al tonel que lo albergó durante dos
años. Elaborado con uvas Syrah (70%) y Merlot (30%) procedentes de la finca La Marthina en el Alto Valle del Río Mendoza, presenta una interesante complejidad que invita a descifrarse sin apuros en soledad o en compañía de pares. Un vino que refleja el estilo y calidad de Miguel Brascó y hace honor a la belleza y sensualidad de la vida.
Brascó comenzó su aventura gastronómica en la década de 1960 en la revista Claudia, fundó varias publicaciones, participó en clubes de vino, además de escribir novelas, poesía y cuentos. Fue un aficionado a la música y dentro de ella el jazz fue su gran pasión. Si bien estudio Derecho en la Universidad Nacional del Litoral e hizo un postgrado en Madrid, su vida se centró en las artes y el hedonismo y erotismo fue su motor.
Los anfitriones fueron Eduardo López y Fabricio Portelli acompañados por la cortesía del sommelier de la la Bodega, Miguel Golco, que copa en mano agasajaba a los invitados con el Corte de Syrah/Merlot.
¡Gracias a Bodegas López por el recuerdo y la calidez de siempre!