Esta expresión se originó en Francia, específicamente en la región de Burdeos cuando los vinos tintos que descansaban en las frías cavas de los chateaux eran ambientados en habitaciones (chambres) a una temperatura adecuada (alrededor de 16 |°C) antes de servirlos.
En la actualidad, la variedades y estilos de vino exigen temperaturas que oscilan entre los 6 y 18 °C. Por lo tanto, la antigua expresión del sudoeste francés ya es parte de las anécdotas de la historia del vino si la tomamos al pie de la letra y pretendemos tomar un vino a temperatura ambiente en pleno verano porteño.
El vino tinto se refresca unos 45 minutos en la heladera antes de tomarlo. Por favor, dicen los expertos, ¡sin hielo! |
Además, si bien a altas temperaturas es mejor beber siempre un blanco fresco o un espumoso, si elegimos un tinto tendremos que refrescarlo, sobre todo, si está en una habitación donde la temperatura supera ampliamente los 20 °C.