Si bien, en nuestro país, la producción de espumantes o espumosos (elija la denominación que más le guste) corresponde a una porción relativamente pequeña de su producción total de vinos, crece progresivamente junto al consumo: los espumantes son, año tras año, más elegidos por consumidores tradicionales y por aquellos que se inician en el consumo de vinos.
En la actualidad, la mayoría de las bodegas producen burbujas, incluso en muchas de ellas se destacan diversas líneas y productos. Más allá de las fiestas de fin de año y otros festejos, los espumosos se consumen corrientemente en la mesa diaria y se sirven acompañando el menú en restaurantes. Otro espacio ganado es la noche, los jóvenes los prefieren cada vez más en los boliches. Las mujeres también eligen espumosos y parecen olvidarse de los blancos tranquilos.
Evidentemente el placer y la dicha que prometen las burbujas no pasan inadvertidos ¡nos brindan la ilusión de la felicidad!
Asimismo, la muy buena relación precio-calidad (existe una competitiva producción), las campañas publicitarias y otras estrategias de marketing, ligado todo ello a la gran variedad de estilos que se ofrece convierten al segmento espumante en una atractiva alternativa de consumo.
Pero el aumento en la producción y consumo excede a la Argentina: en todo el mundo se beben más cavas, champagnes, cremants, spumanti y otras burbujas. Una parte de nuestra producción se destina al mercado externo que también ha incrementado su interés en nuestros espumosos. La elaboración con variedades emblemas de Argentina (torrontés y malbec) es una interesante estrategia para captar la atención del mercado internacional y el interés de nuevos consumidores en otras latitudes.
Destacamos: Si bien el gran consumo de espumosos se lo llevan los brut y extra brut (61%), los dulces y rosados (17,4%) crecen sin pausa, pero con prisa: los nuevos consumidores seguramente comienzan su afición al vino a través de ellos. ¡Enhorabuena!