En nuestro país son varias las bodegas que practican la agricultura biodinámica. De este modo, cuentan que respetan los procesos naturales, aseguran la salud de la tierra y a través de ello, contribuyen a una nutrición sana para los animales y el hombre. Como principal característica, además de la elaboración de vinos orgánicos, la agricultura biodinámica se basa en ciertos ciclos de la naturaleza (por ejemplo, ciclos de la luna) que señalan cuando es el momento de la poda, de la cosecha y hasta de las tareas más menudas en el viñedo y en la bodega.
Las especiales características climáticas argentinas posibilitan al máximo la agricultura orgánica. La amplia altitud térmica favorece la síntesis de sustancias que otorgan a los vinos una mayor intensidad aromática y profundos colores. Por otro lado, estas sustancias actúan en los procesos metabólicos de nuestro organismo y contribuyen a una mejor salud.
Como imaginarán, estas bodegas no utilizan fertilizantes artificiales, ni pesticidas. Sólo sustancias vegetales, animales y minerales. Tampoco utilizan levaduras seleccionadas, los vinos se elaboran a partir de las propias levaduras de la fruta. En nuestro país las permanentes brisas, y los cultivos de altura (por ejemplo, más de 3000 metros en los Valles Calchaquíes en la Provincia de Salta) favorecen el desarrollo de la vitivinicultura orgánica y biodinámica.
Los resultados se ven reflejados en el vino: un vino que expresa las características especiales y específicas de su terruño, con sabor único, con identidad.
Con la agricultura biodinámica no existe confrontación entre naturaleza y cultura, ambas se complementan y potencian. Así mejoran las condiciones de vida del planeta.