Una película sugerente que invita al espectador a encontrar en lo cotidiano lo sublime.
En una pequeña comunidad protestante de Dinamarca, Babette, (una francesa refugiada en la aldea al huir de la guerra) gana un premio de lotería y decide ofrecer una abundante y suntuosa cena en la casa de las hermanas que le dieron albergue.
Para Babette es una ocasión de recordar su vida en París y la gastronomía francesa. Para los invitados (y las mismas hermanas), un exceso muy cerca del pecado, aunque todos acceden por las buenas intenciones de Babette.
Así se produce el banquete: una noche de magia, comunión y regocijo, donde las enemistades parecen escabullirse entre los platos y las bebidas que contentan a los cuerpos y a las almas. Sin embargo, la rigidez de la mayoría de los comensales impide que el placer experimentado se haga consciente, solo será un desliz en la vida del pueblo.
El único que disfruta abiertamente de los platos que se sirven esa noche es un viejo general, un auténtico bon vivant Y, Babette, claro, que renace al encontrarse con lo que la hace feliz, la cocina.
El vino no podía faltar. Pero no solo el francés: España y Portugal se hacen presentes con el Jerez y el Oporto.
Para no dejar de ver; su director es el danés Gabriel Axel.
En una pequeña comunidad protestante de Dinamarca, Babette, (una francesa refugiada en la aldea al huir de la guerra) gana un premio de lotería y decide ofrecer una abundante y suntuosa cena en la casa de las hermanas que le dieron albergue.
Para Babette es una ocasión de recordar su vida en París y la gastronomía francesa. Para los invitados (y las mismas hermanas), un exceso muy cerca del pecado, aunque todos acceden por las buenas intenciones de Babette.
Así se produce el banquete: una noche de magia, comunión y regocijo, donde las enemistades parecen escabullirse entre los platos y las bebidas que contentan a los cuerpos y a las almas. Sin embargo, la rigidez de la mayoría de los comensales impide que el placer experimentado se haga consciente, solo será un desliz en la vida del pueblo.
El único que disfruta abiertamente de los platos que se sirven esa noche es un viejo general, un auténtico bon vivant Y, Babette, claro, que renace al encontrarse con lo que la hace feliz, la cocina.
El vino no podía faltar. Pero no solo el francés: España y Portugal se hacen presentes con el Jerez y el Oporto.
Para no dejar de ver; su director es el danés Gabriel Axel.
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