Entre los vinos generosos encontramos variadas características que pueden satisfacer diferentes paladares. Los hay secos, dulces, suaves, intensos, vegetales, especiados. También de diferentes tonalidades que van del color amarillo pálido al caoba oscuro.
Jerez, el alma de los generosos.
El vino base (mosto/vino) se deposita en botas de madera de roble con la precaución de dejar un espacio para que la presencia de aire y humedad de la región propicien la aparición de las levaduras (velo de flor). Estas formarán una capa espesa sobre el vino; son la responsables de los aromas, texturas y características tan particulares de estos vinos.
En este proceso, que debe hacerse poco a poco para que la flor del vino no se dañe, los vinos jóvenes adquieren las cualidades de los más viejos.
Los vientos de la zona ocupan un lugar importante para el resulado de estos vinos. En julio y agosto (los meses de calor en el viejo continente) actúa el poniente, viento húmedo del Atlántico que durante las madrugadas riega la vid con un rocío que da tregua a la sequedad del día y facilita el desarrollo de levaduras que cubren las uvas. Por otro lado, el levante, viento seco, potencia la acumulación de azúcares e impide su podredumbre.
Otro dato: las bodegas de Jerez no son subterráneas como en otras zonas. Verdaderas catedrales formadas por espacios separados unos de otros por columnas. Así se posibilita la formación de una gran cámara de aire que regula la temperatura, hecho al que también colaboran los gruesos muros externos. Poseen altos techos y ventanas situadas en lo alto, lo que permite corrientes de aire que, junto con el piso de mojado, crean las condiciones necesarias de humedad y temperatura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario