Es en el valle de Beeka donde se producen magníficos vinos. Elaborados con uvas francesas y autóctonas (con estas últimas se elaboran blancos) se destaca el Roland Hochard de Chateau Musar: corpulento, redondo, de estructura y taninos vigorosos. Aromas a frutas maduras (roja y negra), madera de cedro, notas de hierba, exquisitamente especiado. Un vino de gran complejidad en nariz y en boca.
Otro, pero blanco: Blanc de Blancs de Chataeu Ksara, un vino equilibrado, fresco, de mucha aceptación.
Los vinos de Chataeu Kefraya —cuyas etiquetas son ilustradas, año tras año, por pintoras libanesas o llevan el nombre de famosas operas— son los más premiados del país. Su viticultor, Michel de Bustros, ha logrado vender sus vinos en numerosos países europeos y hasta los franceses consumen una pequeña, pero constante porción de su producción.