Moderna e internacional, pero típicamente española, encantada por una tierra y un sol abrasador...
Dorada, por el hierro de la región que toma con sus sarmientos rastreros. De hojas y racimos pequeños, es la cepa estrella de Rueda. Resistente al frío y a la sequía, sus vinos, contrariamente a lo que podía esperarse, no son rústicos: resultan magníficos vinos blancos, con aroma y sabor herbáceo y excelente acidez. Se caracterizan por un toque amargo (el cual contrasta armoniosamente con los aromas y sabores a fruta), que completa su particularidad: En esta tierra extrema, de inviernos muy fríos e interminables, de veranos excesivamente calurosos, la verdejo desarrolla su singularidad con resultados óptimos.
Su vino por excelencia es el Rueda superior: de color pajizo, aromas frutales y gran estructura en cuerpo y boca. Suele complementarse con la variedad viura respetando un 85% de verdejo. Aunque se puede consumir joven, se lo prefiere criar en madera durante seis meses o más. Acompaña excelentemente la cocina local: pescados, ranas, crustáceos (cigala, langosta), carnes blancas y quesos no muy curados.
La verdejo presenta también unos espumosos elaborados bajo el método tradicional donde las levaduras reposan en botella por algo más de nueve meses. Ideal beberlos como aperitivo o con postres y mesa dulce.
Para saber: Se cree que esta uva fue traída a España por los mozárabes desde el norte de África. Y entonces fue conocida por otras regiones y naciones que probaron con mayor o menor éxito sus cualidades.
Fuera de España, Portugal y Australia producen muy buenos vinos con ella. En Francia, participa de la elaboración de los blancos de Burdeos.
Suele adoptar otros nombres según donde sea cultivada: verdello, verdelho, verdeja, botón de gallo blanco o gouveio.