miércoles, 29 de mayo de 2019

Sobre desmesuras y vino


La industria vitivinícola internacional se muestra disconforme con las políticas de los gobiernos que advierten sobre las consecuencias del consumo excesivo de alcohol a las que el vino, claramente,  no escapa.

Cuestionan que los nuevos estándares saludables no solo atentan contra sus particulares intereses, sino también van contra las identidades y culturas nacionales al intentar cambiar las costumbres de quienes acompañan diariamente sus comidas con una botella de tinto, blanco o rosado.


En Francia, en todas las publicidades de vino se leen las advertencias  Á consommer avec modération  o L'abus d'alcool est dangereux pour la santé. 

Asimismo, todos los programas de gastronomía en general y bebidas en particular, hacen mención en la voz del conductor de los peligros del abuso del alcohol y aconsejan siempre beber con moderación.


¿Y la paradoja francesa?


Los problemas de alcoholismo, los accidentes de tránsito y los aportes de la medicina preventiva incitan a la formación de una nueva conciencia que destierre aquel sentido común bajo el cual las publicidades del siglo pasado anunciaban las bondades del vino.

La llamada dieta mediterránea mantiene su preferencias por la oliva, las ensaladas, el pan cotidiano, pero en la actualidad mira con desconfianza el beber más de dos copas (y no llenas) de vino en el hombre y más de una en la mujer.





Publicidad de la década de 1950 cuando la paradoja francesa con el vino de protagonista era ejemplo para imitar.

El vino no solo era saludable, sino también tenía propiedades preventivas y curativas.


Hace unos años, la Coorporación Vinícola Argentina salió fuerte a cuesionar la ley contra la publicidad callejera en la Ciudad de Buenos Aires y advirtió sobre su inconstitucionalidad ya que el vino, adujo, es según la ley 26870  Bebida Nacional desde 2013.

El vino posee un valor cultural e histórico, elemento básico de nuestra identidad; es alimento de consumo masivo, con propiedades nutricionales comprobables y sustancias antoixidantes que contribuyen a la salud.

La Institución vitivinícola exigió discriminar al vino de las bebidas blancas para su prohibición en gráficas y venta callejera. El Gobierno debió dar marcha atrás con la ley.




De un extremo a otro... Nos vamos del vino como alimento saludable e indispensable para la salud de la familia (ya que a los niños más pequeños se les estimulaba a mojarse los labios y acostumbrarse a su sabor) al vino como cualquier otra bebida alcohólica de la que es mejor abstenerse. Y, aunque, la Organización Mundial de la Salud, considera que su consumo moderado puede ser beneficioso, se aconseja no beberlo si nunca se lo hizo con anterioridad.

Actualmente y desde hace varias décadas, la ingesta de alcohol, aún moderada,  está totalmente desaconsejada para los menores ya que produce daños a corto, mediano y largo plazo.


Asimismo, no hay acuerdo sobre qué se entiende sobre consumo moderado. La Asociación Cardiológica Argentina toma los estándares de la OMS, los cuales son cuestionados por diferentes instituciones de la medicina.

Hasta hace poco, la capacidad antioxidante del vino tinto no se discutía. Muchas voces afirman hoy que la cantidad de resveratrol presente en el vino y otros alimentos como el chocolate, no serían suficientes para garantizar la longevidad y la prevención de enfermedades como el cáncer.


Recordamos algunas viejas publicidades cuando el vino, consumido masivamente, era una bebida alimenticia para toda la familia y en  todas las comidas.

Fue un vino tipo oporto, famoso durante las primeras décadas del siglo XX en Argentina. "Para convalecientes y débiles" anunciaba su publicidad.

Así como la espinaca daba fuerza al marinero Popeye, Tío Pepe dotaba de un gran coraje.


Contra la parca,  el vino.





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